La historia de los grandes, como la de Independiente, suele tener una génesis curiosa. En la Buenos Aires de principios de siglo, en la esquina de Perú y Victoria (hoy Hipólito Irigoyen), se encontraba la tienda de moda A la ciudad de Londres. La casa tenía su equipo de fútbol, Maipú, que competía con el de otras firmas. Pero sólo podían jugar los mayores
Disgustados, los cadetes se juntaron en el bar de la esquina de Bolívar y Victoria. Liderados por Rosendo Degiorgi, los jóvenes decidieron ser “independientes” y formar un equipo nuevo. Así, por decantación, surgió el nombre: “Independiente Foot Ball Club”.
Los muchachos no tenían un local social, cancha y ni siquiera una
pelota. Tuvieron que esforzarse para juntar los “diez mangos” que hacían
falta para comprar un balón y el sello de goma con el nombre del club.
Era el 4 de agosto de 1904.
Sin embargo, como no se guardan registros escritos de aquel encuentro, se tomó como fecha de fundación la del 1º de enero de 1905,
cuando la comisión directiva provisoria llamó a una asamblea general.
El primer partido lo jugó el 19 de ese mes contra Atlanta, en la cancha
de Gaona y la actual Donato Alvarez. Fue empate, 2 a 2. El primer
triunfo, por 1-0, lo consiguió, justamente, frente a Maipú, el club del
que se habían independizado.
Buscando cancha
Más tarde se mudaron de cancha y jugaron en unos terrenos ubicados en la Avenida San Martín,
pero la Asociación Argentina de Foot-Ball, a la que ya estaban
asociados, les exigía un campo de juego con pasto. La búsqueda los llevó
hasta los terrenos de la avenida Alvear y Tagle, la que luego ocupara
River Plate. Pero la falta de pasto, allí también, los hizo volver a la
cancha de la Avenida San Martín, hasta que en 1906 cruzaron el
Riachuelo…
Los integrantes y
socios del novel club se instalaron en Manuel Ocanto al 600, donde
alquilaron unos terrenos de 100 x 120 y otro pequeño de 10 x 20 para
levantar los vestuarios. Allí se enfrentaron con adversarios de primera
línea: Alumni, San Isidro, Nacional, Racing y Atlanta, entre otros. El 9
de junio de 1907 se jugó el primer clásico ante Racing.
Y fue victoria de Independiente, por 3 a 2, con esta formación:
Bazzara; Enrique González y Paitz; Zetti, Hermida y Marcelo Degiorgi;
Pomarini, Arregui, Tagliaferro, Pelufo y Rosendo Degiorgi.
Luego de producirse los cambios de nombre y colores, la comisión directiva del club nombró presidente a Arístides A. Langone. En esa oportunidad, el socio Arturo Silva hizo conocer un himno dedicado a Independiente, que la entidad aceptó para el club.
La camiseta roja
Fue el mismo Arístides
Langone quien sugirió el color blanco para la camiseta, con el bolsillo
azul en forma de escudo cruzado por dos bandas blancas y las iniciales
del nombre: I.F.C. En 1905, Langone presenció el encuentro entre el
Nottingham Forest inglés y el Alumni criollo. Y allí quedó impactado por
el rojo puro de la casaca británica. Fue así que Independiente adoptó
el rojo para su indumentaria, con cuello y puños blancos y un bolsillo
con las iniciales C.A.I., porque tanbién se había decidido abreviar el
nombre, llamándose ahora Club Atlético Independiente.
El apodo de “Diablos Rojos”
lo patentó un periodista, por la delantera “endiablada” que tenía el
equipo en 1926, compuesta por Canaveri, Lalín, Ravaschino, Seoane y
Orsi. Tanta potencia ofesiva culminó con los títulos de 1926 y 1928.
Independiente recorrió con éxito y buen fútbol la etapa amateur del
fútbol argentino, hasta 1931. En la década de los ’30, un pibe llamado Antonio Sastre se mezcla con los grandes, como Arsenio Erico y De la Mata.
Son los que empezaron a forjar la identidad definitiva del Rojo, que
sobre el final de la década (en 1938 y 1939) consiguió sus dos primeros
títulos profesionales.
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